jueves, 28 de mayo de 2015

...mis días de guarde

Mis días de guarde se me antojan complicados, los niños andan cansados y nosotras también.
Antes hasta las 11.00 no entraba pero ahora Martín està todo el rato conmigo y la verdad no se si le beneficia, està algo rebelde, no hace caso a nada y encima es un poco bruto, con lo cual me paso todo el día regañándolo. El día de mañana no se q recuerdos tendré, me entristece pensar que me recordaré siendo una madrastrona.
He leído por ahí que el sentido de la vida es cuando descubres a que has venido, por qué estás aquí. Siempre digo que para mi es ser madre pero cuando veo mi día a día se aleja mucho de la madre que yo soñaba ser, divertida, un poco loca, de esas que sus hijos tienen mamitis, mas bien todo lo contrario, estoy mas cerca de ser bruja que hada y creo que algo falla. 
Todo empezó bien, yo no trabajaba y solo tenía tiempo para Darío, luego vino Martín y de repente deje de ser fuerte, perdí el control, y aunque la mayoría del tiempo lo tengo controlado, no me gusto a mi misma.
Los quiero, si pienso por quien me cambiaría o que me gustaría hacer en vez de lo que hago es nada. Soy feliz con lo que tengo y con lo que no. De hecho , me da vértigo, y voy alerta por si me cae un rayo que me lo fastidie todo.
Soy feliz porque cada mañana doy los buenos días a mis hijos, los abrazo antes de vestirlos, les preparo el desayuno y nos vamos juntos al cole, donde nos despedimos de Darío con un beso, después me voy a trabajar al lado y soy feliz porque me llevo a Martín conmigo, es un trabajo de mucho esfuerzo, psíquico y físico pero eso no me asusta. Soy feliz porque recojo a Darío del cole, le veo comer, y cuando salgo de trabajar nos vamos a casa y los acuesto la siesta, pero no sin antes darles otro abrazo. Soy feliz porque cuando se levantan estoy ahí, les preparo la merienda, pasamos la tarde juntos y después les preparo la cena, los acuesto pero con otro beso.
Monótono puede parecer, pero no lo es, cada día es distinto, unos días discutimos y otros cantamos en el coche, pero pasan rachas duras, de lloros, de celos, de disputas, y yo soy mujer de esas que quieren la perfección, de las de sueños imposibles...
Solo espero que ellos no me recuerden como me veo yo, que sepan apreciar esos abrazos y besos de cada día...y que el reflejo del espejo un día me sorprenda, aunque hay uno que jamás falla y es el del retrovisor cuando miro y veo a mis pequeños.